La principal seña de identidad de Extremoduro son las letras que escribe Robe, el cual está considerado como uno de los más audaces compositores del país.
En 'El viaje íntimo de la locura', su primera novela, a través de su forma original y única de expresarse, nos adentra en una aventura que, además de hacernos soñar, nos permitirá ver el mundo desde una perspectiva diferente.
En esta novela, el autor logra mantener la tensión de la situación y que el lector continúe con ganas de seguir leyendo, más que nada, por hallar la causa de todo el trajín. El protagonista principal es don Severino, un notario atrapado en su rutina indestructible. Un día comienzan a suceder una serie de cosas que destrozan esta rutina, hasta el punto de cambiar por completo su vida. Sucesos extraños, que encierran en sí mismos un porqué de todo, una reflexión que pretende transmitir el autor. Se trata de una novela surrealista, que encierra los pensamientos y sentimientos del propio autor, a través de su particular lenguaje, el mismo que utiliza en las letras de Extremoduro, aunque exento, de las palabras más soeces y malsonantes. Utiliza un vocabulario cuidado, que detalla a la perfección cada momento narrado. Mención especial merece la capacidad de penetrar en la mente del protagonista.
Otro punto a destacar es la importancia que se otorga a la naturaleza, hasta el punto de tratar a sus elementos como personajes. El Sol, la Luna o las estrellas se convierten en algún momento de la novela en aliados del protagonista, así como el gran cerezo que reina en el jardín.
Por último, recomiendo leer esta novela solo a quien tenga tiempo y quiera disfrutar de él, a alguien que quiera leer sin prisas y esté dispuesto a reflexionar sobre la importancia del presente y lo absurdo que es pre-ocuparse -como dice el autor- por el futuro.
No puedo comentar apenas el contenido, ya que como Robe dice 'es mejor leer algo sin saber de qué va'. Si que puedo mostraros el texto de la contra portada (una de mis partes favoritas) de la novela donde podemos observar esta forma tan peculiar que tiene de contar las cosas:
En el jardín hay un cerezo dormido, pero parece muerto. Este otoño comenzó a sentirse apático, y la dejadez se apoderó de su espíritu. La vida, cansada de verle abúlico y desastrado, decidió que lo mejor sería que se tomaran un tiempo para reflexionar sobre su relación, y se marchó de vacaciones, dejándole en un estado de abatimiento que hizo que se fuera consumiendo poco a poco hasta que acabó por convertirse en lo que es ahora: el aletargado esqueleto de un cerezo; una osamenta de madera clavada al suelo, que sólo espera que regrese la vida.
Entrada publicada por Paula Sánchez Blanco (1ºD)